domingo, 28 de junio de 2009

La aparente trivialidad de la elección

A grandes rasgos la primer con-secuencia de un sistema democrático, o el primer beneficio es la posibilidad de votar. En esto no hay grandes misterios y hasta resulta evidente al ojo común.

Sin embargo este no es un beneficio menor. Ciertamente, es mejor ser partícipe en la sucesión de cambios en la agenda política que no serlo. Votar entrega la posibilidad del cambio pacífico. Votar es un momento restituyente.

Se refuerza la idea del cambio pacífico. Se le exigirá a Kirchner una victoria holgada en la provincia de Buenos Aires, una victoria que despeje las dudas que generaría una victoria justa contra De Narváez. El fantasma del fraude está presente, una vez más.

El oficialismo ya agrupa las hordas para marchar a Plaza de mayo el domingo a la noche, las señoras de la capital compran cacerolas nuevas ante un resultado no positivo de los candidatos contrarios a Kirchner. Todo esto no es Democracia.

Votar nos hace partícipes. Recordemos los grandes caudales de participación por los que ha pasado este país luego de que terminaran siniestros regímenes.

Pero si se hila más fino, votar, como dice O´donnell nos convierte en ciudadanos agentes. Es decir, más allá de los derechos y obligaciones como ciudadanos, también poseemos una responsabilidad que si se la reduce al mero hecho de votar periódicamente se cae en un peligro, tal vez análogo a las candidaturas testimoniales.

La democracia es un sistema que nos deja con una insatisfacción muy grande. Se parte de la base de que existe una posibilidad de influir en la agenda de todas aquellas cosas que queremos que mejoren. Generalmente esa agenda resulta demasiado grande como para ser acaparada por la democracia y con cada votación, con cada elección, vemos como nuestras necesidades de mejora no son satisfechas en su totalidad.

La democrácia transita por esa ambigüedad, una moneda con dos caras. Nos permite participar, reafirmando que la idea de soberanía popular es solo un mito, pero que el régimen está fundado en el pueblo, y nos deja insatisfechos por mostrar el gran abanico de posibilidades y no permitirnos aprovechar de todas ellas.

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